martes, 12 de noviembre de 2013

"Otro día... la misma mierda"

Un ojo sin parpado. Una mano controladora, vengativa.
¿A dónde ha ido a parar la justicia? Una balanza... desequilibrada.

¿A dónde fueron los grandes hombres? ... Volverán, fueran donde fuesen.
Qué remedio para la venganza sino más venganza. Una esperanza llenar lo que se ha ido con el vacío. ¿Qué razones hay para lamentarse, para llorar más de lo necesario, cuando el tiempo juega en nuestra contra? ¿No veis que lo que se fue no es apenas comparable con lo que pueda venir? No hay luz al fondo. Eres tú quien debe ver luz aunque no la haya.

Tiempo y confianza piden. Pero yo ya debo tiempo, y ninguno de ellos me dio confianza para, ahora, poder dársela.

¿Cómo equilibrar una balanza de un solo plato?

Libertad, te has convertido en el filo de su espada, en la justificación de sus guerras, en la cárcel de tu hermana. ¿Qué poco te hemos amado para recibir de ti este desprecio? Recuérdame la última vez que no lloré al ver tu nombre. Ahora sí, jamás podré reconciliarme. Te has quedado sola. Sabes que ellos te utilizan, alzan tu nombre cuando mienten. ¿Quién entonará tu ritmo? ¿Qué banderas llevarán tus colores?
Ya no será a ti a quien nombren en las constituciones, ni a quien llamen cuando haya malentendidos. Será a tus hijos. Aquellos que nacieron sin aire, con hambre, desesperados, dispuestos a todo. Llamarán a la idea más eficaz, a la más volátil, a la menos dolorosa. Sin ellos tener la culpa les has construido un futuro sin madre.

Una vez más, voy a atarme, a encadenarme hasta asfixiarme casi. A bajar la cabeza, a intentar no escuchar ni sentir chispa alguna. ¡Consumirán los cuerdos, carroñeros!. Mientras, los locos huirán hacia ningún lugar, pues, incluso, llueve bajo techo. La belleza se secará, será más recta. Los colores dormirán en el invierno.

La vida me traicionó. Me atrajo, me sedujo, me adhirió a su camino. Pero, cuando dejé de mirarla con los mismos ojos, de amarla tanto, me percaté de su delito, de los males que me produjo. Su amor esclaviza, su mirada ata, sus rosas cortan. Su unilateralidad me dejó inconsciente, su realidad censó mi imaginación. Y ahora, cada día, es cada día.

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