martes, 5 de noviembre de 2013

Descubriendo el canon

Fisgoneando lágrimas, escudriñando sentimientos, buscando causa en la reacción.

Sin duda no puedo inventar herramienta tal, que mida la sonrisa o el afecto, pero preguntarse por qué es casi inevitable devolver una sonrisa no es un camino sin salida.

Saber por qué actuamos como actuamos es comprender los conflictos más íntimos y poder percatarse de los conflictos más complejos.
Pero ahora quiero olvidarme de eso.

Quiero encontrar unos valores para aquellos parámetros de la reacción que predigan una acción justa. Deseo encajar las piezas de un Bien olvidado, desvalorado.

Entonces, pasando otra vez por el mismo sitio, me doy cuenta: ¿por qué buscar muchas soluciones cuando tengo la que mi necesidad me pide? ¿por qué pensar más allá de la necesidad? ¿por qué preocuparse por la necesidad de otros?

Quizás nuestro subconsciente puede manipularse. Puede que actuemos sin pensar, que no nos demos cuenta del perjuicio que nos traerá el poco reflexionar. Pero hay una idea de la que todos nos hemos dado cuenta: que cada ser humano solo no es nada, que cada uno en un grupo lo es todo. La creación de un sentimiento afectivo hacia los de la misma condición hace que este hecho cuele mucho más hondo en nuestro juicio, llegando a crear, sin que nos demos cuenta, complejas ideas que consideramos evidentes y lógicas. Incluso, no solo dentro del mismo grupo se considera a cada integrante parte esencial del mismo, sino que para aquellos que se consideren fuera de dicho grupo, cada integrante será para él un ejemplo de lo que las ideas del grupo son en la práctica.

Por tanto, muchos de los conflictos pueden simplificarse dentro del complejo sistema de grupos del conjunto global. Las personas se sienten integrantes de un grupo, y la discusión entre dos personas comienza cuando las ideas de su grupo son contradictorias o se enfrentan con las del otro.

Otros conflictos surgen del instinto: supervivencia es mucho más que sentirse superior. El tener que sobrevivir antes que otro no es la conclusión lógica de ser superior al otro, sino un deber autoimpuesto sin aparente causa formal. Pero analicemos: de nuevo, ¿por qué actuamos como actuamos? ¿por qué intentamos sobrevivir? ¿por qué el instinto y el egoísmo son más naturales que la lógica y el altruismo? He aquí la batalla entre el cobarde, que no ve la hora de lanzarse, y el ignorante, que se está lanzando ya: el cobarde sabe, y el ignorante se vuelve más valiente, es por eso que el primero odia al segundo, y el segundo lucha sin pensar. De que el cobarde le cuente al ignorante lo que sabe, este querrá olvidar. Pero, ¿qué sabe el ignorante? Que la vida acaba para él.

Ese miedo a lo desconocido, a la muerte, es la causa de que unos vean a otros como una amenaza. Por eso, los que actúan con miedo actúan sin pensar.

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